No sabría por dónde empezar mi relato, si por sobre las luminarias del paraíso perdido, que acabo de dejar atrás, o las circunstancias que me trajeron aquí, en donde escribo estas paginas de cartón.
Se, por lo pronto, que todo comenzó aquel día que deje mis pertenencias personales y me embarque en una aventura sin timón, sin saber lo que iba a suceder, pero confiado en mi instinto inquisidor, tome mi bote y me sumergí en algo que nadie sabia que iba a pasar.
Organicé mis causas personales, como también las materiales y entré en tierras donde nadie había conocido, tierras lejanas, donde ningún ojo humano había divisado.
Pasaron meses, capaz años y aquí sigo anclado, con las mareas eternas que escucho día y noche, ellas es mi compañía, mi observadora, mi guía de que aún funcionan mis oídos.
La barba como mis años crecen y me queda esperar que aquella puerta misteriosa por donde aquí entre, aparezca nuevamente y me devuelva a mi realidad lejana.
Cada día rezo, para que las mareas repetidas, traigan consigo aquella entrada a lo que fui una vez.
Por Kosmisch