Su infancia era plana.
Como el canto de una maseta.
De pequeñas pecas en sus pómulos.
Imaginaba otros mundos.
Con la vista siempre clara.
Sus pupilas dilataban sin cesar.
Mirando el horizonte de orquídeas y casas bajas.
Deseando algún día alcanzar.
Aquel matiz dorado que ansiaba su deseo.
Aquel hambre matutino de sus mañanas.
Sin el pan tostado recién horneado.
Pero que aquello era el pasado vacío.
Su mirada al frente, su mañana.
Prometía grandes cambios y mejoras.
Que su salud le permitiría accionar.
El cambio de su destino anotado.
Por Kosmisch
Las sobras que dejaste, no eran como las de ayer
Débilmente comías, a la espera de un mañana
Con la razón puesta en lo que siempre dices y en lo que callas
Diametralmente opuesto, en las sabanas limpias de tu regazo
Salpicábamos tenues gotas de luz, que salían de tu pecho
Y lo que encontramos fue lo que siempre buscamos
Un encuentro que detiene el tiempo
Y se convierte en fuerza potable
Iluminando cada rincón de regazo.
Por Kosmisch
Mirabas, como cada día.
Sobre tu ventana mas cercana.
Recordando aquellos gritos primaverales de dulce encanto.
Sonreías, cuando el paso del tiempo te recordaba, ajena a otros tiempos, otras épocas.
Te hamacabas en en recuerdo de sonrisas pasajeras.
Te diluías, pensando en aquella tarde de suave murmullo y amarga agonía.
Sonrojando tus entrañas, hasta pedir consuelo.
Por Kosmisch
Lo rojo de tu entorno
Sacrificaban los poderes materiales de tus labios
Con el augurio que eso conlleva
El tenerte cerca para comerte de a paso lento
Y degustarte un domingo al mediodía
Mientras los pájaros resuenan cantantes
Su estrofa celestial
Para no olvidarme de tu sabor a naranja
Por Kosmisch