Te vi y mis mañanas se iluminaron, con el estupor de lo mañanero, organizando sacos rotos de la panadería antojadiza que formamos los dos, te retrotraes con orgasmos amanecidos, aquel que me contaste cuando yo no era el mismo, ahora te sientas en la bolsa de café, ahora nos sentamos y charlamos del loco mundo, pero del real universo, donde todo transpira, donde todo nace y muere, que es otra palabra de la vida.
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