Estereotipados en una cosa, en salvarse, en despertarse, imágenes vagas, ilusorias, cosmopolitas, encuentros casuales de una espera final, lazos abiertos para cerrarlos, aperturas mentales llegando a lo sagrado, a lo eterno, miradas con símbolo de renuncia pero con complicidad de ambas partes, retrotraídos que perduran en el tiempo, sabores que iluminan cualquier sombra, luminiscencias colgadas sobre la mesa, esperando ser comidas y saciadas, ruedas en la puerta a punto de salir de trote hacia un rumbo pactado por lo oculto, el destino.
Campos abiertos es todo lo que ven sus cuatro ojos, femenino y masculino forman un solo ser, miradas conjuntas que esbozan sonrisas caballerescas y engalanas, sombrero de copa y gamuza gastada y pista de baile lista para correr y saltar dentro, luces acompañan sus zapatos que brillan por si solos, se mueven como si tuviesen vida propia, zigzag de aquí para allá, rombos y algunos tropiezos ajenos, risas y congojas, diversión, unión, compartir, abrazos, manos en cintura y omóplatos y a dejar que la música se funda en sus seres fluyendo en la pista de los sueños eternos.
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