Razono con la presteza del samurai, atendiendo a los sonidos, a los clamores, a las arrogancias del vecino y del mafioso panadero, atendiendo las frutas del pasado y las semillas del presente, logrando comenzar a desarrollar la técnica de la escarlata, del difunto correa y las atenuantes confabulaciones hechas de antemano, miro fijamente la mirilla de mi cuarto perlado para que aquella mosca soplona no me delate.
Por Kosmisch
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