Las gemas del oporto, comandaban la estación de la liturgia sin fin y ponían en anhelo lo irremediable, cambiaban lo eterno por lo simple, disimulaban lo lujurioso por lo marchito, lo resumido se convertía en sumisión, lo eterno en difamación. Lo que no podemos olvidar, es lo que sentimos por motu proprio y razonar lo establecido, lo corrompido, lo destituido. Lo que queda es esperar, esperar que adelgacen las consecuencias corrompidas, que nos anulan el llegar a ser, en transformarnos en que somos, en lo que anhelamos, quienes son sino los que nos amordazan?: Los demás intentan pero somos nosotros los que lo permitimos, nos adentramos en heridas abiertas que no dejamos subsanar, dejando la salud para mañana, y la honra para después, alegría para el que nace, alegría para el que comprende.
Por Kosmisch
No hay comentarios:
Publicar un comentario